Hamilton se proclama campeón de Fórmula 1

Como en la extraordinaria película de Woody Allen Match Point, el anillo rebotó en la barandilla o la pelota de tenis en la red, voló hacia arriba girando sobre sí misma y por un capricho del destino cayó del lado de Lewis Hamilton, cambiando la historia para siempre. Sólo eso decidió el campeonato, uno de los más plagados de errores de la historia para los protagonistas, pero también cuajado de una emoción que agranda este espectáculo inigualable.



Tras disputarse 5.488 kilómetros en esta temporada de 2008, a falta de 850 metros el campeón era Felipe Massa y al cruzar la línea de meta, Lewis Hamilton devolvía a Inglaterra el cetro mundial 12 años (Damon Hill) después y a McLaren tras nueve certámenes de sinsabores. Y es curioso que fue precisamente McLaren quien más hizo por arrebatarle la corona a su piloto, perdido en las decisión táctica más importante del día y corriendo con un conservadurismo rayano en la afección intestinal.

La lluvia, en forma de tormenta amazónica, arreció cuatro minutos antes de la salida, por lo que se retrasó la secuencia prevista 10 minutos para que todos pudieran montar gomas intermedias de mojado. Así se dio el inicio, con varias zonas encharcadas y un accidente inicial con Piquet y Coulthard como involucrados que reclamó la presencia del incierto safety car. El agua desapareció de inmediato y la pista comenzó a secarse, los más osados fueron Button y Rosberg al entrar en la vuelta 7 a boxes para poner neumáticos de seco y arriesgar en el firme aún deslizante. Vettel y Alonso fueron detrás en la 8 y esa rapidez de reacción y un doble adelantamiento escalofriante a Kovalainen (lo tiene frito) le hicieron saltar del sexto al tercer puesto de un plumazo.

A pesar de McLaren

En McLaren, sin embargo, esperaron acontecimientos e hicieron entrar primero al segundo piloto cuando también lo hizo Massa, el líder de carrera. Hamilton no entró hasta la 11, lo que propició que Fernando y Vettel lo pasaran y lo dejaran cabalgando en el barranco del quinto y el sexto puesto. Esa era el límite para Lewis y en sólo 11 vueltas le invitaron a mirar hacia el vacío.

La lluvia se paró y la carrera se estabilizó. Massa, con otro fin de semana perfecto, era inalcanzable para nadie y Vettel y Alonso se disputaban el segundo puesto, mientras que Kimi marchaba tranquilo por delante de un Hamilton que pilotaba a amarrar el quinto. Las vueltas se sucedieron y lo único que alteró el orden de la prueba fue un error grave de Toro Rosso que varió a tres paradas a Vettel, mientras que el resto readaptó las dos iniciales estirando los dos últimos tercios de la prueba. Eso le dio el segundo a Alonso.

Todo parecía decidido, pero a falta de seis vueltas para el final llegó de nuevo la lluvia, Entraron todos al unísono, para cambiar de nuevo a las gomas con dibujo, todos salvo el Toyota de Timo Glock, que se colocó cuarto. Era un dardo envenenado hacia Hamilton, que regresó quinto con Vettel pisándole los talones en su hábitat natural, el agua. Allí se le hizo de noche a Lewis, incapaz de mantener el coche en trayectoria, evidentemente nervioso y sufriendo en lo que parecía el pánico inevitable. La lluvia era escasa, pero Vettel le dio caza y le adelantó de forma majestuosa en la vuelta 69. Faltaban sólo dos y la nueva tragedia de Hamilton era un hecho.

Golpe de fortuna

Allí llegó el nuevo golpe de fortuna, de un chico al que un toque con la valla le hace ganar una carrera (como en Mónaco) y sobrevive a un pilotaje nefasto con una carambola como la de ayer. Justo en la última vuelta, la tormenta arreció de nuevo y Glock, cuarto, no podía casi mantener el coche en la pista con las gomas de seco. Enfrascado en la persecución agónica sobre Vettel, casi no se dio cuenta de que ambos pasaban a lo que parecía un doblado.

Pero no, era el alemán de Toyota que a falta de 850 metros cedía su puesto y era sobrepasado por Sebastián y Lewis. Ferrari cantaba el título en su box hasta que se dieron cuenta de la fatalidad. El campeón era Hamilton por un solo punto, en el título más barato del último lustro, ganando menos carreras que Massa y siendo el único que no sufrió ni un contratiempo mecánico por varios de todos sus rivales. Que lo disfrute, pero que no olvide que Alonso ya lo espera para 2009. Interlagos.

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